Hubo un tiempo de guerras continuas en Talabayra...
"Yo soy Talabayra, hija del Tajo, joya entre las sierras y los campos de la Meseta. Mi historia está escrita con sangre, piedra y memoria."
Nací del alma de los vetones, me alzaron los romanos y me soñaron grande los visigodos. Pero fue bajo la media luna cuando mi nombre cambió y el Al-Ándalus me llamó Talabayra.
Entonces, mis calles se llenaron del canto del almuecín, del rumor del mercado y de la tinta sabia de los alfaquíes. Me cubrieron de huertos y murallas, y me hicieron capital de una taifa orgullosa, pequeña en extensión, pero inmensa en dignidad.
Viví años de esplendor, sí, pero también de zozobra. Mi destino, como el de tantos otros reinos de taifas, fue estar en medio del tablero de ambiciones. Mi señor, Abu Bakr, valiente aunque sin linaje, me gobernó con firmeza, pero las luchas intestinas, los celos entre emires, las traiciones veladas... todo eso desgarraba Al-Ándalus desde dentro, como una hiedra que asfixia el tronco del árbol.
No había paz duradera. Al norte, los castellanos acechaban con mirada de hierro y cruz alzada. En los montes, los caballeros cristianos emboscaban a las caravanas. Las escaramuzas eran constantes, como si el Tajo se tiñera a menudo de rojo. A veces pactábamos con los de León o con los de Toledo, otras veces alzábamos el alfanje contra ellos. Todo cambiaba con las estaciones, con los vientos de la política, con los caprichos del poder.
Mis murallas —¡oh, mis murallas!— eran fuertes y gruesas, altas como la soberbia de mis guardianes. Nadie cruzaba mis puertas sin permiso, y en mis torres se vigilaba noche y día. Resistí ataques, soporté asedios. Vi volar flechas sobre mis almenas, vi morir soldados en mis fosos. Pero resistía. Yo era Talabayra, la inexpugnable.
Hasta que llegó Alfonso, el de León, el VI, el rey que juró por Dios y por sus espadas reconquistar lo que sus antepasados perdieron. En el año 1083, lo vi acercarse con su hueste, con pendones cruzados, con acero que brillaba al sol como si el cielo mismo le diera su bendición. Mis gentes, divididas, temieron. Ya no quedaban aliados, Toledo había caído, y mi taifa, sin el respaldo de reyes poderosos, era una fruta madura a punto de caer.
Resistí… oh, cuánto resistí. Pero incluso la piedra cede ante el tiempo y la voluntad. Las tropas de Alfonso VI cruzaron mis muros. Entraron por la puerta del Río, donde antes comerciaban las telas y las especias. La media luna fue sustituida por la cruz, y mis alminares callaron mientras las campanas empezaban a sonar.
No fue una muerte, no. Fue una transformación. Porque yo, Talabayra —hoy Talavera—, he vivido muchas vidas. He sido íbera, romana, visigoda, musulmana y cristiana. Y aunque mis muros cambien de estandartes, yo permanezco. Yo recuerdo.
Yo soy Talabayra. Y sigo observando.
Resistí… oh, cuánto resistí. Pero incluso la piedra cede ante el tiempo y la voluntad. Las tropas de Alfonso VI cruzaron mis muros. Entraron por la puerta del Río, donde antes comerciaban las telas y las especias. La media luna fue sustituida por la cruz, y mis alminares callaron mientras las campanas empezaban a sonar.
No fue una muerte, no. Fue una transformación. Porque yo, Talabayra —hoy Talavera—, he vivido muchas vidas. He sido íbera, romana, visigoda, musulmana y cristiana. Y aunque mis muros cambien de estandartes, yo permanezco. Yo recuerdo.
Yo soy Talabayra. Y sigo observando.
Enlaces
Entre Murallas y Torres Albarranas - Talavera de la Reina (Toledo)
Talavera Medieval (Entre murallas, castillos y caballeros)
Talavera de la Reina (Toledo) - Murallas y Torres Albarranas (Al-Qádir - Alfonso VI)
No hay comentarios:
Publicar un comentario