Entorno histórico
La necrópolis de El Carpio de Tajo está ubicada en la zona de influencia de Toletum, siendo la zona sur de la Sierra de Gredos y norte de los Montes de Toledo lugar de alto poblamiento en la antigüedad tardía. Éste, junto a la Cacera de las Ranas en Aranjuez, son los núcleos funerarios más grandes y mejor conocidos.
En el Carpio de Tajo nos encontramos ante uno de los típicos conjuntos cementeriales que debe ser puesto en relación con un hábitat rural, quizás un iucus, todavía hoy desconocido. Teniendo en cuenta el número de sepulturas, cubrirían un marco cronológico de como máximo ciento cincuenta años, es decir, unas cinco generaciones, por lo que hablamos de una pequeña comunidad, característica del centro peninsular, dedicados a la explotación agrícola y ganadera.
La necrópolis de El Carpio de Tajo está ubicada en la zona de influencia de Toletum, siendo la zona sur de la Sierra de Gredos y norte de los Montes de Toledo lugar de alto poblamiento en la antigüedad tardía. Éste, junto a la Cacera de las Ranas en Aranjuez, son los núcleos funerarios más grandes y mejor conocidos.
En el Carpio de Tajo nos encontramos ante uno de los típicos conjuntos cementeriales que debe ser puesto en relación con un hábitat rural, quizás un iucus, todavía hoy desconocido. Teniendo en cuenta el número de sepulturas, cubrirían un marco cronológico de como máximo ciento cincuenta años, es decir, unas cinco generaciones, por lo que hablamos de una pequeña comunidad, característica del centro peninsular, dedicados a la explotación agrícola y ganadera.
La necrópolis
La necrópolis de El Carpio de Tajo, Toledo, está constituida por un total de 285 tumbas de las cuales 90 contenían en su interior elementos de adorno personal y en determinados casos un depósito funerario (por ejemplo monedas romanas muy rodadas). Los objetos hallados suman un total de cerca de 300 y tienen la mayoría de ellos connotaciones claramente visigodas.
La importancia de este cementerio es que en él aparecen algunas sepulturas cerradas que conducen a determinadas dataciones relativas dentro de la propia
a cotidiana, como pequeños cuchillos de un solo filo. Y por último, las tumbas que contienen en su interior un depósito funerario (4), como monedas o elementos cerámicos o de cristal, o incluso, alimentos, suelen ser a la vez inhumaciones vestidas. La introducción de este tipo de elementos muestra la enraizada tradición bajo-imperial que obligaba a estos depósitos.
Los elementos de orfebrería podrían dividieres en dos grupos: los objetos visigodos desde finales del siglo V a la segunda mitad del VI, y las producciones latino-mediterráneas y bizantinas (romano orientales y occidentales) de finales del siglo VI hasta principios del VIII.
La necrópolis de El Carpio de Tajo, Toledo, está constituida por un total de 285 tumbas de las cuales 90 contenían en su interior elementos de adorno personal y en determinados casos un depósito funerario (por ejemplo monedas romanas muy rodadas). Los objetos hallados suman un total de cerca de 300 y tienen la mayoría de ellos connotaciones claramente visigodas.
La importancia de este cementerio es que en él aparecen algunas sepulturas cerradas que conducen a determinadas dataciones relativas dentro de la propia
a cotidiana, como pequeños cuchillos de un solo filo. Y por último, las tumbas que contienen en su interior un depósito funerario (4), como monedas o elementos cerámicos o de cristal, o incluso, alimentos, suelen ser a la vez inhumaciones vestidas. La introducción de este tipo de elementos muestra la enraizada tradición bajo-imperial que obligaba a estos depósitos.
Los elementos de orfebrería podrían dividieres en dos grupos: los objetos visigodos desde finales del siglo V a la segunda mitad del VI, y las producciones latino-mediterráneas y bizantinas (romano orientales y occidentales) de finales del siglo VI hasta principios del VIII.
La orfebrería
• Debemos diferenciar tres tipos de sepulturas: aquellas que no comportan objetos en su interior (195 tumbas), aquellas que consideramos vestidas (90), es decir, aquellas que contienen objetos de adorno personal, como collares, pendientes, anillos, fíbulas, broches de cinturón y pequeñas hebillas, están acompañados en algún caso de útiles de la vid
vida cotidiana, como pequeños cuchillos de un solo filo. Y por último, las tumbas que contienen en su interior un depósito funerario (4), como monedas o elementos cerámicos o de cristal, o incluso, alimentos, suelen ser a la vez inhumaciones vestidas. La introducción de este tipo de elementos muestra la enraizada tradición bajo-imperial que obligaba a estos depósitos
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