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Y de repente... llegarme un delicioso olor a castañas asadas... que recorría aquella calle lúgubre, alumbrada por unas débiles farolas...
En un rincón... destacaban las "ascuas" con tonalidades naranjas y rojas, que brillaban y daban color ante una anciana mujer... que movía unas castañas con una espumadera tiznada de negro.
Me acuerdo también... de aquella sombra grande con movimiento, que se proyectaba en la pared... al fin y al cabo la de una huérfana de la sociedad...
Afecto
Compañía
Sueño
Dinero...
Y todos los días mirando las brasas... veía pasar su niñez, adolescencia, madurez y al llegar a su vejez... sus ojos se humedecían.
Y han pasado muchos años... y los recuerdos vuelven a mí, año tras año, al ver en otoño los castaños de la sierra...
Y me acuerdo de aquella pobre abuela... a la que nunca la compramos un "cucurucho" de castañas... ni tan siquiera ayudamos...
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