jueves, 5 de mayo de 2016

2 Castillos Templarios Toledanos (A vista de pájaro)

 
Negad que hubo templarios...!
 
Más de dos siglos después...
Traicionaron nos... con cobardía...
¡Y tened por ello... cuidado!
 
Al llegar la noche... Y acabar el día...
 
Pues no susurran los vientos...
Son el filo de nuestras espadas...
Que esperan venganza a cientos..
 
Jacques de Molay


Orden de los Pobres Caballeros de Cristo
Caballeros del Templo de Salomón
 
Castillo-Fortaleza de Montalbán
 
 
El castillo de Montalbán es un castillo que se encuentra en el término municipal de San Martín de Montalbán, al sur de laprovincia de Toledo, y se erige sobre un escarpe de 100 m de profundidad cortado por el río Torcón, que se empleaba como fosopor tres de sus lados.
 

 
La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón (en latín: Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici), también llamada la Orden del Temple (en francés: Ordre du Temple), cuyos miembros son conocidos comocaballeros templarios (en francés: templiers), fue una de las más poderosas órdenes militares cristianas de la Edad Media
 
Se mantuvo activa durante algo menos de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
 
Aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes (celebrado en la catedral de la misma ciudad), la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder.
 
Los caballeros templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas
 
Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano. Crearon, incluso, nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco. La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.
 

 
Felipe IV de Francia, fuertemente endeudado con la orden y atemorizado por su creciente poder, comenzó a presionar al papa Clemente V con el objeto de que tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron apresados, inducidos a confesar bajo tortura y quemados en la hoguera. 
 
En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe IV y disolvió la orden. Su abrupta erradicación dio lugar a especulaciones y leyendas que han mantenido vivo hasta nuestros días el nombre de los caballeros templarios.
Felipe despachó correos a todos los lugares de su reino, con órdenes estrictas de que nadie los abriera hasta el jueves, 12 de octubre de 1307, en la que se podría decir que fue una operación conjunta simultánea en toda Francia. 

En esos pliegos se ordenaba capturar a todos los templarios y requisar sus bienes.
De esta manera, en Francia, Jacques de Molay, último gran maestre de la orden, y ciento cuarenta templarios fueron encarcelados y sometidos a torturas, mediante la cual consiguieron que la mayoría de los acusados se declararan culpables de los cargos, inventados o no. Algunos incluso confesaron sin tortura, por miedo a ella. 
 
La amenaza fue suficiente. Tal fue el caso del mismo gran maestre, Jacques de Molay, que luego admitió haber mentido para salvar la vida. Esta misma misiva papal de 1308 arribó a varios reinos europeos, incluyendo el Reino de Hungría. liderados por Hugo de Payns tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén tras su conquista. 
 
La orden fue reconocida por el patriarca latino de Jerusalén Garmond de Picquigny, que le impuso como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
 
Aprobada oficialmente por la Iglesia católica en 1129, durante el Concilio de Troyes (celebrado en la catedral de la misma ciudad), la Orden del Temple creció rápidamente en tamaño y poder. Los caballeros templarios tenían como distintivo un manto blanco con una cruz paté roja dibujada en él. Militarmente, sus miembros se encontraban entre las unidades mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas.
 
Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica dentro del mundo cristiano. 
 
Crearon, incluso, nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco. La orden, además, edificó una serie de fortificaciones por todo el mar Mediterráneo y Tierra Santa.  

 
Historia
 
Este castillo es una de las fortalezas más antiguas situadas en la orilla izquierda del río Tajo, erigido durante la Reconquista como punto de defensa de dicho margen del río, reformando y ampliando en gran medida el castillo árabe que allí existía, y que tal vez fuera abandonado tras la reconquista de Toledo.
 
En el año 1209 se cita la villa de Montalbán como cedida al caballero Alfonso Téllez, pero el edificio debió ser construido por los Templarios, cedido por Alfonso VII pocos años después, haciendo de él y de sus dehesas circundantes la más importante encomienda de su Orden en Castilla.
 
En 1308 volvió a manos de la Corona, siendo donado por Alfonso XI al caballero Alfonso Fernández Coronel. Tras una disputa con Pedro I el Cruel, el edificio fue reformado y se le añadieron nuevas defensas. Tras la ejecución de Fernández Coronel, el castillo fue cedido a doña Beatriz, hija ilegítima de Pedro I.
Juan II quedó sitiado en el castillo por las tropas del infante don Enrique, que más tarde sería rey, en diciembre del año 1420
 
Tras un sitio de dos meses, las tropas del infante don Enrique levantaron el sitio y se marcharon; esto fue en parte gracias al apoyo prestado por la comunidad de Villa Real, que mandó al castillo unos mil quinientos hombres armados de su milicia en ayuda del rey. Como premio por el valioso servicio, el rey Juan II concedió a Villa Real el título de Ciudad Muy Noble y Muy Leal; desde entonces, Villa Real cambió su nombre a Ciudad Real.
 
Tiempo después, el Estado de Montalbán pasó a don Álvaro de Luna y, cuando éste murió, a su viuda, que lo habitó en algunas ocasiones.
Bajo el reinado de Enrique IV el castillo fue adquirido por su valido, Juan Pacheco, y desde él viene transmitiéndose a sus sucesores (hoy los duques de Osuna).
 
 
 
Castillo de Montalbán (Toledo) - Vistas panorámicas aéreas
 
 
Descripción y características
 
El castillo de Montalbán es el más robusto, extenso y fuerte de todos los castillos de la provincia de Toledo, quizá más que el castillo de Escalona, motivo por el cual es probable que no existan noticias de que fuera atacado en ninguna batalla.
 
En su interior se conservan restos de la fortaleza musulmana anterior, que era de planta cuadrangular y mucho más pequeña, y que fue abandonada con la caída de Toledo.
 
El castillo ocupa un lugar sumamente fuerte, cortado al norte y noroeste por el profundo tajo del río Torcón, de cien metros de profundidad, y con dos torrenteras al este y al oeste que lo defienden por los otros dos lados, quedando un espacio de más de 15 000 m2 bordeado por murallas almenadas, con torres cuadrangulares provistas de garitas en alguno de sus ángulos.
 
La fachada sur da a un terreno llano, lugar donde debían concentrarse todas las defensas posibles. En primer lugar había un ancho foso que unía las torrenteras y a continuación un torreón semicircular bajo, almenado y con saeteras, que hacía las veces de coracha. Éste prolonga la barbacana exterior, que también tiene almenas yaspilleras en piedra caliza. A través de ella y por tres puertas y una poterna, se llega al espacioso camino de ronda que rodea casi la mitad del edificio principal.
 
El acceso al interior del castillo se realiza por dos puertas protegidas por enormes torres albarranas de planta pentagonal, con esbeltos arcos apuntados de más de diez metros de altura en la clave, y tres postigos muy disimulados, construidas con mampostería y ángulos de sillares que conservan numerosas inscripciones lapidarias, entre ellas una estrella de cinco puntas. 
 
Ambas torres albarranas están suspendidas sobre el camino de ronda, y aunque son similares, la de la izquierda es maciza, mientras que la de la derecha, en mejor estado de conservación, alberga salas con habitaciones. 
 
Esta última posee saeteras y cuatro matacanes de ladrillo, y se halla unida a la torre mayor, en el interior del recinto, que también poseyó matacanes. A ambas torres se sube por una escalera detrás de la muralla, de la que se han restaurado sus tramos iniciales.
 
El interior se conserva completo, hay dos silos o cisternas subterráneos de gran capacidad. La parte que da al precipicio es más débil, ya que está protegida por éste, y fue construida en algunos de sus tramos con tapial, por lo que se ha perdido el coronamiento.
 

 
Para visitas guiadas al castillo contactar con el telefono 627 562 921. OSCAR LUENGO, GUIA OFICIAL DE LA CASA DE OSUNA Y PALACIO
Horarios:
 
Sábados de 8:30 a 15:00 horas.
Cerrado del 1 de febrero al 30 de mayo.
 
PRECIO (A fecha de este reportaje)
5€/persona. 3€/persona si es un grupo formado por 10 ó más personas
DURACIÓN
3 horas aproximadas
 
(Visita no recomendada para menores de 8 años)
 
Más información:

¡ALTAMENTE RECOMENDABLE....!

Castillo de Cebolla (Castillo de Villalba)
 
 
El castillo de Villalba es un castillo completamente en ruinas, cuyas partes más antiguas conservadas corresponden a los siglos XI y XII, que se encuentra en la localidad de Cebolla, en la provincia de Toledo (Castilla-La Mancha, España).
El castillo fue edificado posiblemente sobre una antigua fortaleza romana, para ser posteriormente objeto de reacondicionamiento en la época de dominio del Califato de Córdoba, con importantes reformas tras su conquista por la Orden del Temple
 
Más tarde pasó a manos privadas, perteneciendo a diferentes familias nobles, siendo hoy propiedad de los condes de Deleytosa, aunque su estado es de total ruina.
 
Acerca de este enclave tan sólo podemos argumentar que su estratégica situación, en lo alto de un cerro desde el que se divisa la amplia vega del Tajo y junto a una encrucijada de caminos, ofrece condiciones idóneas para el establecimiento de un puesto fortificado que controle el territorio. 
 
Al pie del cerro pasaba una calzada romana, la vía A 25 de Antonino Pío, lo que justifica la posibilidad de al menos una mansio (Pérez de Tudela y otros, 1997). En su mismo emplazamiento se registraron materiales romanos(Cedillo, 1959), aunque la obra militar en su mayoría se construye en época islámica, y posteriormente alguna reforma bajo la propiedad de la Orden del Temple.
 
Se ha pretendido identificar con el castillo de Bolobras que aparece en un privilegio de Alfonso VII de 1142:
"Dono uobis et castellum de Bolobras cum omnibus aldeis et terminis et riuo Tagi et Pusam et totam terram et ualles..."





 
Creencias heréticas atribuidas a los templarios
 
Durante el proceso contra la Orden, se realizaron numerosas acusaciones, de las cuales la que incluye el culto a Baphomet es una de las que ha adquirido más popularidad, siendo recuperada por el ocultismo a partir del siglo XIX. También se incluían rituales de renegación de la cruz o de Cristo.
 
En la lista de cargos reunidos contra los templario aparecen más de cien acusaciones. Las referentes a la idolatría son: adoración de un gato que se les aparecía en las asambleas, que en cada provincia había ídolos, a saber, cabezas, alguna con tres caras, otras con una, y otras era una calavera humana; que adoraban a esos ídolos, o a ese ídolo, y especialmente durante los grandes capítulos y asambleas, que las veneraban, que las veneraban como a
Dios o como a El Salvador, que decían que esa cabeza podía salvarlos o hacerlos ricos, que les dio la riqueza de la Orden, que hizo que los árboles florecieran o que la tierra germinase, que tocaban o rodeaban cada cabeza de los citados ídolos con pequeños cordones que luego se ceñían alrededor del cuerpo, cerca de la camisa o de la carne, y que actuaban así como veneración a un ídolo.


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