domingo, 14 de diciembre de 2025

Aquellos dibujos y fotografías que murieron "inertes" - Y en el siglo XXI cobran vida... (Parte IV)

Aquellos dibujos y fotografías que murieron "inertes" - Y en el siglo XXI cobran vida... (Parte IV)

Beautiful



 
Entre lo terrenal y lo divino

El hombre nació con un don silencioso: veía lugares que no existían en los mapas. Paisajes imposibles, ciudades suspendidas en la luz, mares de colores que ningún ojo había contemplado antes. Cuando esas visiones lo desbordaban, tomaba sus pinceles y las dejaba fluir sobre el papel, diluidas en agua y paciencia, convertidas en acuarelas de una belleza serena.

Cada trazo era quietud. Cada color, un instante detenido. Sus obras colgaban de las paredes como ventanas a otros mundos, hermosas, sí, pero inmóviles, condenadas a permanecer en el silencio del papel.

Hasta que apareció el otro.

No tenía forma precisa ni nombre pronunciable. Era un ser de otro mundo, atraído por la intensidad de aquellos colores, por la verdad que latía en ellos sin moverse. Donde el hombre veía pintura, el ser percibía posibilidades. Y una noche, sin alterar los pigmentos ni el papel, sopló algo distinto: movimiento.

Desde entonces, algo ocurre cuando alguien se detiene a mirar.

Las aguas tiemblan apenas, las hojas se mecen, las nubes avanzan lentas dentro del marco. No es evidente, no es inmediato. Solo quien observa con atención descubre que las acuarelas respiran. Que tienen vida.

El hombre no lo sabe. Sigue pintando, creyendo que su don termina en el color. El ser tampoco se deja ver; cumple su tarea en silencio, consciente de que los milagros no necesitan testigos.

Y así, cada vez que unos ojos se encuentran con una de esas obras, el mundo imaginado despierta. Porque hay lugares que nacen de la mente, otros que se crean con las manos, y algunos —los más extraordinarios— solo existen cuando alguien los mira.






 
UNIÓN 9 VÍDEOS
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Lunas
 

 
El faro en la noche

Yo soy la luna, faro en la noche.
Guía silenciosa de barcos que confían su rumbo a mi reflejo tembloroso sobre el mar. No doy órdenes ni prometo puertos, solo acompaño, constante, a quienes avanzan entre sombras.

Soy luz de enamorados que se buscan sin palabras, testigo de manos que se rozan y miradas que se quedan suspendidas bajo mi brillo. En mi claridad nacen promesas que nadie escucha y recuerdos que no se olvidan.

He aprendido a estar sin poseer, a iluminar sin tocar. Veo despedidas en los muelles, pasos solitarios en caminos de tierra, ventanas encendidas donde alguien espera. A todos los abrazo por igual, sin distinguir nombres ni destinos.

Cuando la noche parece eterna, me alzo sin ruido y recuerdo al mundo que la oscuridad no es ausencia, sino espera. Y así sigo, girando paciente, siendo luna y faro, guía y reflejo, mientras la vida continúa bajo mi luz.



 
UNIÓN 15 VÍDEOS
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