Aquellos dibujos y fotografías que murieron "inertes" - Y en el siglo XXI cobran vida... (Parte III)
Mujeres
A través de los siglos, la mujer ha transmitido el saber de generación en generación, ha mantenido encendida la llama de la cultura y ha sembrado valores allí donde parecía no haber esperanza. En el hogar, en el trabajo, en el arte, en la ciencia y en la lucha social, su presencia ha sido constante, decisiva y transformadora.
Protagonista silenciosa de grandes cambios, la mujer ha sabido avanzar pese a los obstáculos, abriendo caminos donde antes solo había muros. Su sensibilidad ha humanizado el mundo; su valentía ha impulsado revoluciones; su inteligencia ha enriquecido el pensamiento colectivo. Cada paso dado por la humanidad lleva, de una u otra forma, la huella de una mujer.
Reconocer la importancia de la mujer no es solo un acto de justicia histórica, sino un compromiso con el presente y el futuro. Porque una humanidad que valora, respeta y escucha a las mujeres es una humanidad que avanza con equilibrio, dignidad y esperanza.
Mujer,
semilla del tiempo y del mañana,
luz suave que alumbra sin ruido,
fuerza que abraza, que cuida, que sana.
Eres palabra antigua y nueva,
canción que nunca se olvida,
manos que enseñan a andar al mundo,
corazón que sostiene la vida.
En tu mirada habita la historia,
en tu voz, la verdad y el consuelo,
y en tu paso firme y sereno
crece despacio el futuro del cielo.
Mujer,
flor que no teme al invierno,
alma valiente, ternura infinita,
amor que hace eterno lo humano.
De niña a mujer
Érase una niña de trenzas y de risa,
con los bolsillos llenos de preguntas,
corría detrás del sol sin saber
que el tiempo, en silencio, también corría.
Jugaba a ser gigante en los charcos,
hablaba con la luna al anochecer,
y en su mirada limpia y curiosa
dormía un mundo por florecer.
Pasaron los años como hojas al viento,
cambiaron los juegos, creció la voz,
aprendió que a veces duele el camino
y que el alma también pide voz.
Un día el espejo le habló distinto,
ya no vio solo a la niña de ayer,
sino a una mujer hecha de historias,
de caídas, de sueños y de fe.
Guardó la risa, no la perdió,
la volvió raíz, la volvió verdad,
y con pasos firmes, suaves y libres
aprendió a ser fuerza sin dejar de amar.
Hoy camina mujer, sin olvidar
a la niña que fue su primer latido,
porque en su pecho viven las dos,
el pasado tierno y el futuro encendido.



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