El
viento fresco que zamarrea a la lluvia,
aleja la niebla gris del atardecer,
llevándola muy lejos hasta desaparecer
por la llanura azul de la soledad.
El alma de un árbol se estremece
al sentir caer su última y amarillenta hoja,
sobre una gota de rocío que se mece
desprendida del cielo, sobre una rosa roja.
Mi pueblo amado,
como extraño ese olor a tierra mojada,
extraño tanto tus costumbres y alegrías,
hoy solo me quedan recuerdos y fantasías…
como extraño ese olor a tierra mojada,
extraño tanto tus costumbres y alegrías,
hoy solo me quedan recuerdos y fantasías…
Hay un duende en mi pueblo, de mi
pasado dueño,
Camina por sus calles embriagado
de ensueño
Y me lleva en sus aires, andando a
paso lerdo
A revivir historias, luces de
algún recuerdo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario