Cuantos recuerdos tengo de los inviernos en el pueblo, de
cuando era un niño y después de jugar, entrábamos en el viejo bar de la plaza a
calentarnos junto a la chimenea de hierro.
Cuantas veces he visto entre sus agujeros, arder los troncos
de madera y su largo tubo subir hasta el techo del local, desprendiendo un
calor “con olor a leña”, que se esparcía por todos sus rincones.
http://compartimoslledias.blogspot.com.es/2014/01/benjamin-franklin.html
Y esa estampa de chimeneas, que soltaban el humo lentamente hacia el cielo azul del pueblo, que no podré olvidar jamás…
Inviernos largos, impregnados del olor a leña quemada…
Y después de 40 años…..cuando vuelvo al pueblo y veo alguna chimenea dentro de los bares (ahora más modernas), vuelvo a tener 10 años (al instante), y me acerco nuevamente a poner mis manos y sentir su calor….
……sentir su olor a leña quemada…..
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