¡Qué curiosa es la lucidez...!
Que juega con nuestros recuerdos... y con el tiempo... nos abandona.
Y hay momentos... que nos persiguen a lo largo de nuestra existencia, que se enganchan cuando somos niños y siguen con nosotros... prácticamente toda nuestra vida...
Esos momentos en donde mi mente navega... y entra en una humilde casa, con una chimenea encendida, en donde cuelga un negro caldero de latón...
Y una pequeña luz entra tímida... por un pequeño ventanuco, que ilumina esa estampa pobre y llena de carencias...
¡Qué recuerdos....!
De aquel banco (que era como el sofá antiguo), y la mesa camilla con el braserito de ascuas de la lumbre...
Y dos abuelos llenos de arrugas... nos miran y nos invitan a sentarnos en sillas bajas de mimbre... y nos quedamos obsevando el incesante movimiento de las llamas, que nos proporcionan luz y calor...
¡Qué recuerdos...!
El abuelo Vítor
(fragmentos)
Sentado en el quicio de la puerta
El pitillo apagado entre los labios
Con la boina calada y en la mano
Una bala nerviosa de avellano
Que recuerda su frente limpia y clara...
Se ha sentado el abuelo en la escalera
A esperar el tibio sol de madrugada
La mirada clavada en la montaña
Es su amiga más fiel, nunca la engaña...
Temblorosa, la mano va al bolsillo
Rebuscando el tabaco y su librito....
Víctor Manuel