Los 3 santos y mártires tienen mucho que ver con nuestro pueblo....
Pero...¿quiénes fueron.....?
SAN VICENTE MÁRTIR
La persecución en Hispania
Se originó
una sangrienta persecución contra los cristianos, decretada por los emperadores
Diocleciano y Maximiano. En marzo de 303 se publica el
primer edicto imperial en este sentido, que llevó a cabo el prefecto Daciano,
quien vino de Roma y permaneció en la Península dos años, ensañándose con
fanatismo y crueldad en la población cristiana. Daciano llegó a Hispania por
Gerona, donde encargó el cumplimiento de los decretos imperiales al juez
Rufino, pasando él a Barcelona y después a Zaragoza.
Valero y
Vicente fueron prendidos en el año 303 por orden del gobernador Daciano, y trasladados a Valencia. Valero fue condenado al
destierro y Vicente sufrió el martirio, muriendo finalmente en fecha imprecisa
—la tradición le asigna el 22 de enero— en el año 304 ó 305. De acuerdo a
la leyenda, convirtió antes de morir a su verdugo.
Desde el
lugar de su primera sepultura, el cuerpo de Vicente fue trasladado, en el mismo
siglo de su martirio, a una basílica existente fuera de los muros de la ciudad,
junto a un arrabal cristiano, conocida como San Vicente de la Roqueta, que mantuvo el culto durante toda
la época islámica, estando documentadas distintos propietarios cristianos, como
el Monasterio de San Juan de la Peña, reyes o Poblet. Siendo el culto que se
realizaba en época de la dominación musulmana una de las pruebas más precisas
de la existencia de una abundante población mozárabe cristiana.
La reliquia del
brazo de Vicente
Uno llegó
hace unos treinta años a la Catedral
de Valencia, regalado
por una familia de Padua. Según estudios forenses, pertenece
a un hombre joven, presenta quemaduras en la piel y se remonta al siglo IV.
Se conserva
en una capilla de la Catedral
de Valencia; salió en
procesión el jueves, 22 de enero de 2004, al igual que cuando se inauguró el
año santo. Esta imagen se repetirá de nuevo dentro de cien años.
SANTA CATALINA MÁRTIR
Catalina nació en Alejandría en el año 283.
Por entonces, se hallaba en Alejandría el patriarca Teonás, quien con su
grandísima mansedumbre había conseguido que los paganos no persiguieran a los
cristianos; pero éstos vivían muy oprimidos, tenían que proceder siempre con la
mayor cautela y guardarse de hablar contra los ídolos. De aquí surgió una
tolerancia muy peligrosa respecto de los paganos y tibieza en los cristianos,
por lo cual dispuso Dios que Catalina, con luz interior e inflamado celo,
reanimase a muchos. Catalina fue un día a casa de Teonás. Él le dio el
Sacramento para que se lo llevara a su casa; y ella lo llevó en un vaso de oro
sobre su pecho. La sacratísima sangre no la recibió. Había por allí muchos
infelices, que parecían solitarios, prisioneros y atormentados duramente en
trabajos de construcción, de sacar piedras de canteras y transportarlas. A
éstos les fue dada secretamente la sagrada comunión. Durante una gran fiesta
pagana, Catalina fue obligada por sus parientes a ir al templo de los ídolos,
pero no sólo no fue posible reducirla a ofrecerles sacrificios, sino que cuando
la solemnidad era mayor, Catalina, arrebatada de santo entusiasmo, se acercó a
los sacerdotes y derribó el altar de los perfumes y echó por tierra los vasos,
clamando contra las abominaciones de la idolatría. Se levantó entonces un gran
tumulto; apoderáronse de ella, la tuvieron por loca furiosa y la condujeron al
peristilo del templo para interrogarla; pero ella clamaba con mayor vehemencia.
Fue conducida a la cárcel, y en el camino llamó a todos los confesores de
Cristo, invitándolos a unirse con ella para derramar su sangre por aquel que
nos ha redimido con la suya. Fue encarcelada, azotada con escorpiones y
arrojada a las bestias feroces. Catalina era instada y violentada a que sacrificara
a los ídolos y a que aceptara aquel matrimonio que ella tanto aborrecía. Ya
antes, después de la muerte de su madre, la había llevado muchas veces su padre
a las escandalosas fiestas de Venus, pero ella siempre había estado allí con
los ojos cerrados. En Alejandría estaba adormecido el celo de los cristianos.
Halagaba mucho a los paganos que Teonás consolase a los esclavos cristianos que
eran maltratados por sus crueles amos, y que les exhortase a servirlos con
fidelidad, con lo que se mostraban los paganos tan aficionados a él, que muchos
cristianos débiles sacaron de aquí la consecuencia que no sería cosa tan mala
el paganismo. Por esta razón suscitó Dios a aquella esforzada, animosa e
inspirada doncella, para que con sus palabras, con su ejemplo y su glorioso
martirio convirtiera a muchos que de otro modo no se habrían salvado. Era tan
poco el cuidado que tenía en ocultar su fe, que iba por las plazas públicas
buscando a los esclavos trabajadores cristianos para consolarlos y exhortarlos
a mantenerse firmes en la fe,; pues conocía que muchos se habían entibiado y
apostataban a causa de aquella tolerancia. Había visto a tales apóstatas tomar
parte en aquel sacrificio en el templo, por lo cual sentía tan vivo dolor y
santa indignación. Las bestias a las cuales había sido arrojada después de
azotada, le lamieron las heridas y ella se vio repentinamente curada en la
cárcel. Su prometido quiso hacerle allí violencia, pero tuvo que salir
confundido y anonadado. Vino su padre y la sacó de la cárcel, conduciéndola de
nuevo a casa del joven, donde fueron empleados todos los medios imaginables
para inducirla a la apostasía. Las doncellas paganas que habían sido enviadas a
ella para que la convencieran, ella las ganó para Cristo; y los filósofos que
disputaron con ella, se dieron por vencidos. El padre salió fuera de sí y
atribuyó todo aquello a encantamiento, por lo cual mandó azotar y encarcelar
otra vez a su hija. La mujer del tirano, que había ido a visitarla, se
convirtió y con ella un oficial. Cuando ésta vino a la cárcel, se apareció un
ángel que tenía una corona suspendida sobre la cabeza de Catalina, y otro con
una palma delante de ella.
Conducida Catalina al circo, fue puesta en un lugar elevado entre dos anchas
ruedas guarnecidas de dientes y puntas agudas de hierro. Cuando empezaron a dar
vueltas las ruedas cayó un rayo e hizo pedazos la maquinaria, lanzando los
pedazos en diferentes direcciones e hiriendo y matando a unos treinta paganos.
Luego hubo una gran tempestad de viento y granizo, pero ella estaba sentada muy
tranquila entre los restos de las ruedas con los brazos extendidos. Fue de
nuevo conducida a la cárcel y oprimida durante muchos días. Varios hombres
quisieron apoderarse de ella, pero ella los rechazaba con la mano y ellos se
quedaban como estatuas, sin movimiento. Llegábanse otros, y ella con sólo
mostrarles con la mano a los que se habían quedado petrificados, los rechazaba
de sí. Todo se atribuyó a artes mágicas y Catalina fue conducida otra vez al
lugar de las ejecuciones. Se arrodilló en el tajo, con la cabeza vuelta hacia
un lado y fue decapitada. Saltó de la herida extraordinaria cantidad de sangre;
la cabeza se desprendió por completo del cuerpo. Arrojaron el cuerpo en un
horno encendido, pero las llamas se revolvieron contra los verdugos, mientras
que una nube de humo cubría su cuerpo. Sacáronle de allí y lo arrojaron a
bestias hambrientas para que lo despedazasen; pero ellas no le tocaron. Al día
siguiente los verdugos llevaron el cuerpo a una cueva llena de inmundicia entre
césped de saúco. Por la noche, se aproximaron dos ángeles con vestiduras
sacerdotales, que cubrieron el cuerpo con cortezas de árbol y se lo llevaron.
Catalina fue martirizada el año 299, a la edad de dieciséis años. Entre las
muchas doncellas que la acompañaron, llorando, al lugar del suplicio, algunas
fueron después infieles; pero la mujer del tirano y el oficial padecieron
valerosamente y murieron por Cristo. Los ángeles llevaron el cuerpo de esta
santa virgen a una cumbre inaccesible del monte Sinaí. La superficie de esta
cumbre tenía extensión suficiente nada más que para una casa pequeña. El santo
cuerpo permaneció oculto en este lugar por espacio de muchos siglos hasta que
fue mostrado en una visión a un monje del monte Horeb. Vivían allí varios
monjes, bajo la obediencia de un abad. El monje manifestó al abad la visión que
había tenido, y se vio que al mismo tiempo otro monje había tenido la misma
revelación. Les mandó el abad bajo obediencia que fueran a buscar el cuerpo de
la Santa. Fueron conducidos en brazos por los ángeles a lo alto de la cumbre,
los cuales abrieron el sepulcro y tomando uno de los monjes la cabeza de la
Santa y el otro el cuerpo, fueron conducidos de nuevo en brazos de los mismos
ángeles al pie de la montaña. Allí en la falda del monte Sinaí levantaron una
capilla para que descansara el sagrado cuerpo. El monasterio de estos monjes
fue posteriormente destruído.
Santa Catalina mártir es patrona de la elocuencia, de los filósofos y de los
predicadores.
SAN NICASIO MÁRTIR
San
Nicasio era arzobispo de Reims cuando esta ciudad fue pillada por los bárbaros,
El santo se retiró a una iglesia con su hermana Eutropia, a fin de morir al pie
de los altares como víctima de Jesucristo. Los soldados lo decapitaron en el
momento en que pronunciaba estas palabras de David: Mi
alma se adhirió al suelo, y cuando se le hubo separado la cabeza
del tronco, terminó el versículo: Señor, vivifícame según tu
palabra.
En Leganés, con la llegada de octubre llegan las
fiestas de San Nicasio
que celebramos con regocijo y alborozo en honor de nuestro santo patrón, pero a
buen seguro que muchos también lo celebramos con desconocimiento de quién era
este buen hombre. Pues a pesar de tratarse del santo patrón de Leganés desde
tiempos inmemoriales es muy poco conocido en general; y aunque cuenta con una
Hermandad desde hace más de quinientos años y es venerado por muchos lugareños
tiene un escaso arraigo popular, como demuestra que en España existan apenas
3.300 personas que porten ese nombre. Y todo ello, empero de tratarse de un
santo muy milagrero, pues según un documento del archivo de la iglesia de
Regnes nada más y nada menos que “cura la desintería,
calenturas, romatismos, miembros rotos, da abla a mudos, postemas, fluxo de
sangre, sangre lluvia….
El caso fue que las andanzas de Nicasio y de sus fieles discípulos Escubículo y Quirino,
dieron que hablar y el gobernador romano de Lutecia los mandó apresar. Después
de negarse los santos varones a venerar a Marte fueron martirizados hasta que
finalmente se ordenó su muerte
por decapitación en la ciudad de Écos. Lo más curiosos de la
historia y lo verdaderamente inusual se produjo tras este suceso, pues cuenta
la tradición católica que Nicasio
una vez que perdió la cabeza se agachó, la cogió con sus propias manos y se
lanzó a la carrera como si fuera el zaguero de la selección
francesa de rugby. Atravesó sembrados, ascendió colinas y cruzó ríos, hasta que
llegó a Gasny situada a una decena de kilómetros, donde, no sabemos si como
fruto de la pérdida de la cabeza, por puro agotamiento o porque creyó llegar a
la línea de ensayo, cayó al suelo y exhausto depositó su cabeza en el lugar
donde después se alzaría un templo en su honor y memoria.
Enlaces
textos y fotos de este reportaje:
http://es.wikipedia.org/wiki/Vicente_de_Zaragoza