lunes, 16 de octubre de 2017

Provincia de Toledo (El queso de cabra de la abuela...) - Cuando veo una "quesera"...



Era yo muy niño y sin embargo me acuerdo…
Caprichosa es nuestra memoria…
Que nos borra de la mente imágenes a su antojo
Y sin embargo otras las mantiene muy “vivas”…

Era yo muy niño y sin embargo me acuerdo…
De aquella abuela de pequeña estatura,
De ropajes negros y con su gran moño…
 Y el arte que tenía para hacer el queso de cabra…



Era yo muy niño y sin embargo me acuerdo…
De la leche fresca, de las cintas de “esparto”,
De la mesa de madera y las “cántaras” de metal…
Y de aquella arrugada “anciana”…

Era yo muy niño y sin embargo me acuerdo…
De aquellos años… de aquella vida…
De la tranquilidad y la bondad de sus gentes…
De la pobreza y del duro trabajo…


Era yo muy niño y sin embargo me acuerdo…




Algunas cosas que debes saber...

El queso fresco de cabra tiene multitud de propiedades beneficiosas para nuestra salud, está cargado de vitaminas y minerales, es un buen aporte de proteínas y tiene muy bajo contenido graso. Es de muy fácil digestión, por lo que resulta un alimento idóneo para personas con problemas digestivos, niños y ancianos. Es importante consumir el queso fresco en los 2 siguientes días a su elaboración, manteniéndolo en todo momento en el frigorífico.



"La cabra, conocida popularmente como la vaca del pobre, tradicionalmente ha sido utilizada para la producción de leche, carne, pieles y estiércol. Su explotación habitualmente ha estado asociada a economías de subsistencia de los países subdesarrollados y al mantenimiento de ecosistemas y de la población rural en los países industrializados, generando productos de excelente calidad (quesos y cabritos) y elevado precio, muy apreciados por su excelente calidad. 

Debido a su pequeño formato, a su agilidad y su habilidad para el pastoreo, la cabra se adapta perfectamente a sistemas extensivos y semi-extensivos de explotación, aprovechando áreas áridas o semiáridas, con bajas disponibilidades forrajeras, topografía accidentada y los subproductos agrícolas y rastrojos. En sistemas intensivos, debido a la mejora genética durante el siglo pasado, la producción de leche y de sólidos totales por kilogramo de peso vivo, son ligeramente inferiores a las de vacuno, pero adquieren un mayor precio de mercado por litro".

Por las mañanas y por las tardes, se ordeñaban y si la cantidad de leche era suficiente, la utilizaban para hacer el queso, si era poca, juntaban la de la dos veces.



Para la elaboración del queso de cabra artesanalmente, como se ha venido haciendo toda la vida, hemos de tener en cuenta los siguientes puntos:
1.-El ganado. Había de hacerse una selección previa del ganado a lo largo de los años, cruzando y marcando la raza de cabras que mejor se adaptase al terreno para que fueran más compatibles con los pastos  ingeridos en el lugar en el que desarrollaban su vida y producción.
2.-La alimentación. Se debía tener en cuenta la clase de alimentos que ingieren los animales: si se alimentan de bellotas, hierba, maya, cebada, algarrobas, escoba , retama, jara, trigo, cebada, maíz, etc., por tener un mayor poder calorífico, la leche es de mejor calidad que, por ejemplo, cuando sólo comen la hoja de roble, castaño, o hierba.
A partir de esta selección de comida, es importantísimo tener un celo especial con la calidad del agua que diariamente han de beber, ya que tiene que estar muy clara y limpia. Como anteriormente haya habido en los abrevaderos otros animales, vacas, ovejas, cerdos o jabalíes etc, y el agua esté turbia, ya no beben, de ahí la importancia de saber cuidar los abrevaderos. Con estos componentes, ya tendríamos la materia prima, para producir una leche de primera calidad.


3.-El ordeño (extracción de la leche de las cabras). Cada día antes del orto y del ocaso (salida y puesta del sol). Se procedía a realizar en la majada   (lugar de descanso) el ordeño de las cabras de forma manual, esto es, envolviendo la ubre con la palma de la mano y el dedo gordo flexionado y apretando con fuerza, pero sin hacer daño al animal, hasta segregar la leche y depositarla en el cántaro o recipiente pequeño, hasta que éste se llenaba. Después se va vaciando en otros cántaros más grandes, llegando a sacar en épocas de mayor producción, entre 350 y  400 litros de leche en cada ordeño.
4.-El transporte de la leche se hacía generalmente a lomo de los caballos o mulos, equipados con sus albardas y aguaderas con cuatro huecos y se cargaban los cántaros, dos a cada lado. Al llegar a casa se descargaban en la bodega (lugar fresco y limpio), se colaba, para que no tuviera ninguna impureza, haciéndola pasar por un paño blanco y se ponía a enfriar en baños de cinc. Una vez enfriada por espacio de una hora aproximadamente, se procedía a echar el cuajo (que se obtenía del estómago de los cabritos cuando se mataban. El estómago, lleno de la leche que el cabrito había mamado unas horas antes, se ponía a secar, para luego utilizarlo para hacer cuajar la leche). Una vez extraído del animal y  secado, se cortaba en pequeños trocitos y se deshacía en agua, para verterlo en el recipiente de la leche. Se movía y se dejaba reposar una o dos horas hasta asegurarse de que estaba trabada (cuajada). Para verificar esta función, se hacía una pequeña punción con una cuchara de madera, limpia y preparada al efecto y si salía sin pegarse, esto es no untada, es que ya estaba la masa en perfectas condiciones para hacer el queso.
5.-La preparación de la quesada. Se realizaba en la quesera (que es una mesa con patas y tablas  grandes alargada, con los bordes salientes para evitar que se derrame  y un desagüe en uno de los extremos), sobre la que se colocaban los aros o cinchos, de madera de castaño, en número variable, que pueden llegar hasta  veinte, dependiendo de las dimensiones de la tabla.


Es en este momento es cuando comienza la verdadera elaboración del queso artesanal como tal, procediéndose de la siguiente manera: con las manos abiertas, y las palmas hacía abajo, se va apretando la masa y separando el suero de la cuajada, hasta que la misma se queda compacta y sin líquido, para después llenar los aros y seguir moldeando y apretando la masa, teniendo en ocasiones que darle hasta dos y tres vueltas al queso, para que quede bien unido y sin fisura alguna
Un detalle quizá poco conocido es, que la mujer u hombre que hace el queso, si tienen las manos frías, le sale mejor y más fina la textura final del producto.

Una vez terminado el proceso de elaboración se dejan escurrir un tiempo prudencial, una media hora, y es aquí cuando se le pone la sal (preferentemente sal gorda), por un lado y después de unas dos horas, por el otro.  Al día siguiente se saca el queso del aro, que ya tiene su forma definitiva, y se pone a secar en unas estanterías de madera colocadas al efecto, estando listo para su venta.


Fotografías (Imágenes Google)

Los ingredientes para un queso de 1 kg.

5 litros de leche recién ordeñada, cuajo (a continuación os explico los tipos), 1 cucharadita de sal fina, ½ kg. de sal gruesa.

Utensilios necesarios para la elaboración

Una olla grande (de más de 5 l.) que no se pegue, 1 gasa de algodón, perfectamente limpia, de aproximadamente 50×50, 1 termómetro que alcance un mínimo de 65ºC, 1 colador grande, 1 colador pequeño, una cucharita, 1 cuchillo afilado.

La elaboración del queso de cabra

Para empezar es de vital importancia limpiar escrupulosamente el lugar de trabajo, los utensilios a utilizar y las manos, claro. Colamos la leche sobre la olla (este paso es importante pues, sea el ordeño a mano o sea con ordeñadora, lo normal es que la leche tenga algún pelo de cabra), y encendemos el fuego, flojo (para evitar que se pegue la leche y se pase de temperatura) y pasteurizamos manteniendo la leche a 65º durante 30 minutos. Pasteurizar la leche es importante para asegurarnos que eliminamos riesgos, al mantener la leche a cierta temperatura durante cierto tiempo, hacemos incomoda la vida a ciertas bacterias y microorganismos patógenos, como los que provocan la temida brucelosis. Sin embargo si los animales llevan un exhaustivo control veterinario, no consumen antibióticos y son de total garantía, no es necesario pasteurizar. De manera que a la mínima duda, pasteurizamos y evitamos así riesgos innecesarios. Una vez pasteurizada la leche, debemos bajarla de temperatura, solo hay que esperar, a 30ºC, en ese momento añadimos el cuajo.
Existen varias formas de cuajar la leche. Nosotros vamos a hacer una fermentación enzimática, mediante la adición de dos enzimas pepsina y quimosina, que actúan sobre la caseína o proteína de la leche precipitándola, dando lugar a la cuajada. Para ello vamos a utilizar cuajo. El cuajo es enzima renina extraída del cuarto estómago de rumiantes lactantes, sin embargo y dada la demanda, existen en el mercado cuajos procesados comercialmente, tanto de origen animal como de origen vegetal, así como microbiano, yo voy a utilizar cuajo líquido.
Una vez la leche a 30ºC, añadimos el cuajo en la proporción que indique el fabricante, el que yo utilizo viene a 1:10.000, esto quiere decir que con 1 l de cuajo puedo cuajar 10.000 litros de leche, en casa podéis utilizar cuajo en polvo, de venta en farmacias y calcular la proporción que debéis añadir en función de la leche que tengáis (para 5 l. la puntita de una cucharilla de café). El cuajo en polvo antes de utilizarlo se disuelve en un vasito de agua con 1 cucharadita de sal fina, para 5 l. de leche. Añadimos entonces el cuajo a la leche y movemos, con mucho cariño, dejamos reposar, manteniendo la temperatura, aproximadamente 35-40 minutos, momento en el cual, veremos cómo sobre la superficie de la olla se cubre con un líquido amarillo-verdoso, el suero, y bajo el se forma la cuajada.

momento de cortar la cuajada, para ello se utiliza la lira, pero nosotros en casa podemos utilizar un cuchillo de hoja larga y afilada,( como veis yo prefiero utilizar las manos, es un verdadero placer meter las manos en la olla de la cuajada, caliente, tierna al tacto, aromática, y romperla con mucha suavidad y notar como cede al contacto con tus dedos… una experiencia), cortamos la cuajada formando cuadrículas y movemos la olla en un ligero vaivén, durante 10 minutos, esto ayuda al desuerado de la cuajada.
Ahora preparamos el colador cubierto con la gasa, sobre un barreño y, con ayuda del colador pequeño, vamos sacando la cuajada sobre la gasa. Dejamos escurrir la cuajada unos minutos, tras los cuales, cogiendo los extremos de la gasa, haremos una especie de hatillo, estrujándolo, forzando así a la salida del suero.
Ponemos un peso encima y dejamos "desuerar" un par de horas. Pasado ese tiempo, sacamos el queso de la gasa y lo depositamos en la salmuera que habremos hecho con la sal disuelta en agua, mantenemos en la salmuera 1 hora, sacamos y conservamos en frío.

Tiempo de elaboración| de 8 a 10 horas
Dificultad| Difícil

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